lunes, 15 de abril de 2013

El sentido de los sueños


Elisa tenía 12 años, era una niña de ojos grandes color miel, una pequeña sonrisa y un cabello largo oscuro que siempre llevaba atado con una coleta. Era soñadora, entusiasta, pícara y muy inteligente para su edad. Acompañaba a su padre a pescar todas las mañanas al río, le gustaba observar el agua pasar. Amaba las magdalenas que hacía su madre y luego vendían en el pueblo. Cada vez que Elisa le ayudaba a hacerlas su madre le recompensaba con varias magdalenas, que para ella eran un tesoro. A pesar de que en su casa nadie la apoyaba debido a su problema, amaba bailar, cada vez que bailaba se sentía feliz, libre...Un día sus padres pudieron verla y ella, aprovechando el momento les contó que quería ser bailarina, pero ellos, como Elisa esperaba, no lo comprendían. Hasta que un día decidieron, después de tanto insistir,  enviarla a una academia de baile. Sus compañeras la miraban extrañados sin entender por qué ella estaba allí. A pesar de eso practicó durante mucho tiempo, nada le salía bien, no era capaz de estar al nivel de las demás, lloraba, pensaba en abandonar. Llevaba dos meses en la academia cuando anunciaron que habría un pequeño casting a la semana siguiente, todas estaban entusiasmadas, menos ella, que no tendría ninguna oportunidad, a pesar de eso decidió intentarlo. El día del casting entró la última, eso le hizo estar aún más nerviosa durante toda la tarde. Al entrar estaba insegura, el jurado parecía cansado y con ganas de irse de allí, entonces le dieron el visto bueno, debía empezar a bailar. Empezó a dar pasos sin sentido, como si no hubiera bailado en toda su vida, le faltaba algo, paró, respiró, ahora sabía lo que tenía que hacer, puso su mano frente al altavoz, la estaba sintiendo, la música traspasaba su piel y le recorría el cuerpo. No podía oír los aplausos del jurado, pero sabía que lo había conseguido. 
Fuente: Escrito por mi
 Written by me  




lunes, 1 de abril de 2013

No pierdas el camino

Quieres alcanzarlo, es algo con lo que siempre estuviste deseando. Cruza ríos, escala las peores montañas, lucha contra todo lo que te impida seguir, levántate siempre que decaigas. Cada paso que avanzas estás más cerca de tu sueño. No retrocedas, ni siquiera para coger impulso. Apóyate solo en aquellas cosas que no te hagan perder tu rumbo. Así, y solo así llegarás a tu destino.