sábado, 1 de marzo de 2014

Un día te levantas, haces lo mismo que cada jueves por la mañana. Desayunas, te vistes, te arreglas un poco el pelo y sales en dirección a lo de todos los días. Sin embargo, 60 segundos es lo que tarda en cambiarte la cara y el estado de ánimo que tenías durante toda esa semana. No te habías percatado de lo que les hacía sentir cada día esa persona, de lo mucho que les había ayudado y de lo muchísimo que les iba a doler su partida. Supongo que el hecho de que se convirtiera en rutina y la costumbre les hizo pensar que eso iba a ser así durante mucho tiempo, pero no, las cosas cambian de repente y sin previo aviso. Las lágrimas caen pero no sirve de nada, se va y se va para no volver. Ya solo queda dar las gracias por todo lo vivido y por lo que somos y seremos gracias a ella. Solo te da tiempo de darte cuenta de que no fue desde siempre, pero sí para siempre.