martes, 25 de febrero de 2014



Despertarte un día, abrir los ojos, y de repente darte cuenta que por fin estás bien. Que después de tanto tiempo, la ansiedad ha desaparecido, que aunque los problemas sigan ahí, parecen mucho más pequeños, insignificantes. 
Sentir esa paz interior, esa que te hace pensar que las cosas van por buen camino por fin, eso es la felicidad. Respirar hondo, relajarse y ver el mundo con otros ojos, ojos que tienen nombre y apellido. neg